Thursday 21 June 2007

Qassam: caseros pero mortíferos

By Carmelo Jordá

Aunque parezca increíble, uno de los asuntos capitales de la política en Israel y de las decisiones que el estado judío pueda tomar en el futuro son unos pequeños cohetes fabricados de forma artesanal con cañerías de plomo y explosivos varios: los tristemente famosos Qassam.

Eso sí, no piensen que lo rudimentario de su producción hace que los cohetes sean inocentes fuegos artificiales, más bien al contrario provocan numerosos daños materiales, han matado a varias personas y, muy especialmente, aterrorizan a una parte significativa de la población israelí.

Como digo, están fabricados con cañerías de plomo (muchas de ellas pagadas por la Unión Europea) y mezclas caseras de explosivos. La última generación tiene un alcance de unos 9 kilómetros y, aunque es imposible dirigirlos contra un objetivo concreto porque no tienen tal nivel de precisión, sí se los puede lanzar en una dirección determinada, por ejemplo contra una ciudad, con la certeza de que impactará en ésta o en sus alrededores.

Esto es lo que ocurre habitualmente en las poblaciones israelíes más cercanas a Gaza y, especialmente, en Sderot, una pequeña ciudad en la que viven unas 23.000 personas, la mayor parte de ellas llegadas desde diferentes países árabes y, en los últimos años, también desde los territorios que formaban la URSS. Todos ellos tienen un plazo de unos veinte segundos desde que los sistemas de radares detectan el lanzamiento de un nuevo cohete y se produce la alarma hasta que el propio artefacto explota; como pueden ver, no es mucho.

En la mañana del mismo día que visitamos Sderot esto ocurrió seis veces, en los últimos años han sido más de 3.000 y hay periodos continuados de más de cien lanzamientos por mes, es decir, la gente se ve sometida de forma continuada a esa presión, a ese terror. No hablamos, por supuesto, simplemente de miedo o de un pánico injustificado: doce personas han muerto ya en este tipo de ataques.

La amenaza de los Qassam tiene varias vertientes que inciden o pueden incidir en la política israelí: la primera es la actual, el presente, lo que ya ocurre en Sderot cada día y lo que podría suponer que, Dios no lo quiera, un cohete fuera a dar un día en una escuela y matase a una decena de niños, por poner un ejemplo. Como nos contaba un experto en temas militares y de seguridad, el Doctor Ephraim Kam, director del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional de Israel, ante una agresión de ese calibre se verían obligados a responder duramente.

Por otro lado, el propio desarrollo de los Qassams o el uso de los más sofisticados Katyusha puede multiplicar la amenaza, ya que desde la localidad de Gaza desde la que actualmente se lanzan la mayoría de los cohetes, Beit Haoun, se podría alcanzar cómodamente Ashkelon, lo que haría que más de 100.000 personas estuviesen en peligro, una cantidad difícilmente aceptable para Israel.

Hay otra consideración de futuro todavía más importante a tener en cuenta: Israel es un país extremadamente estrecho, en alguna de sus zonas y especialmente en las más pobladas. Así, si se produjese un abandono de Cisjordania como el que se ha producido en Gaza zonas densamente pobladas del entorno de Tel Aviv quedarían al alcance de los Qassams que hipotéticamente se lanzasen desde los bordes de los territorios palestinos y, entre ellas, un enclave de especial importancia estratégica: el aeropuerto Ben Gurión, que es el único internacional del país.

Tras lo ocurrido en Gaza y los 3000 Qassams… ¿alguien se sorprende que, al menos por ahora, nadie en Israel piense en la retirada de Cisjordania?

Les dejo como complemento unas imágenes tomadas en la comisaría de Sderot en la que se almacenan, desde hace unos meses, los restos de todos los cohetes caídos en los alrededores:

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